Improntas

Mi piano, a simple vista, es simplemente un piano, como cualquier otro, supongo que siendo más específica, exactamente como cualquier otro Bentley de su estirpe, un minipiano inglés del 1940, de buena madera, en su momento medio pelo con categorizaciones de segunda línea al lado de un alemán pero de buen arpa, alma le llaman a eso, el alma del piano.

La primera vez que lo vi me enamoré perdidamente de él, estaba arrumbado entre muchas otras cosas, muebles, cajas, papeles, mugre, en una antigua casa que visité para comprar, siempre preferí una casa antigua a una nueva, tienen ese algo indefinible que se respira cuando es "El lugar" y él ahí estaba, al lado de la ventana chica y la ventana chica tenía dos hojas de 1 mt por 3 mts, la grande 6 hojas, otra cualidad de las casas antiguas es el espacio, antes había más lugar y todo era más amplio, siempre extraño épocas en las que se suponen que no se vivió.

Fué lo primero que vi, le daba el sol que se colaba en un ángulo inclinado de unos 180°, como en las buenas recetas estaba en el horno, creo que compré toda la casa por él, aunque al momento de comprarla no estaba en la negociación, pero algo me atraía de formas inexplicables.

Una vez pasada la escrituración vinieron los pedidos de paciencia, la casa estaba abandonada y no tenían donde llevar esos mueble y tuve que esperar para mudarme algunos días, cuando al fin me entregaron las llaves todo estaba vacío excepto ése pequeño espacio que el piano ocupaba, terminaron vendiéndomelo por nada casi al lado de lo que valía, no porque yo no lo valorara, por la sencilla razón que tras una compra así uno solo tiene cuentas pendientes y cero efectivo.

Y todavía era un simple piano, con una gotera cayéndole en la tapa por años, tan noble era la madera que no dejó más huella que la que se borra con un simple lustre, pude encontrar perdidas por ahí algunas partituras manuscritas fechadas en 1960 y monedas, las firmaba un tal Fulano, tantas noches me sentaba cuando todos ya dormían tratando de recordar las clases que mi tía intentó darme con 5 años, pero nunca pasé de sacar de oído canciones con una sola mano y jugar horas y horas con el piano que estaba en casa de mi abuela paterna, jugaba otra vez como entónces, pero sin poder de dejar de pensar en cuantas cosas habría vivido Fulano sentado en el exato lugar en que estaba sentada en medio de la oscuridad, ¿Sentiría él lo mismo que yo?, ¿Yo estaba sintiendo lo que él?.

Después, mucho después, aún pasada la mudanza de aquella casa cuando la perdí apostando mal en los negocios, entendí porqué no se lo habían llevado, si no contratás una empresa de mudanzas de piano y se parte el alma, muere, por eso alma, me salió tanto más caro mudarlo que comprarlo que tardé 45 días en conseguir una propiedad, aún con el efectivo en mano, porque mi prioridad eran la distancia, los angulos de las escaleras, o que el depto diera a la calle para colgarlo por poleas, el tamaño de apertura de la ventana en tal caso y hasta la cantidad de pisos por si las poleas o las escaleras porque el precio varía enormemente por cada uno y mi economía no daba para conservarlo, ya no era solo un piano, nadie sujeta su casa a un mueble que suena.

Lo logre, contra viento y marea, y todos los que me decían que era una locura seguir aferrada a ese pedazo de madera que yo no podía tocar, "El portaretrato más caro de la casa" respondía mi marido cuando preguntaba una visita por él, yo amaba a ese piano desde que lo vi y estaba conmigo, dejó de ser un piano para ser testigo de todo cuanto pudiera suceder en mi vida, no solo por estar ahí cuando todos están en la sala principal de la casa siendo el portagonista absoluto del espacio, por estar también cuando nadie te ve, simplemente estar, estar él, estar yo, quedarte horas, tener que soportar escucharme tocarlo y tocarlo para no pensar en nada.

Hasta que una noche cualquiera, porque siempre son cualquier noche esas en las que uno se plantea ¿Y para que mierda tanto?, y lo mismo da que carajo disparó la pregunta, si al fin y al cabo ese vacío no se llena con cosas, ni aún las que suceden, ni la madera de un piano, ni el material de sus teclas, ni si el alma es de buen calibre o de hierro barato y confección de cuarta categoría, de tanto insistir en esconderme en un mundo aparte, sonó una simple y tosca melodía inexistente hasta ese momento, como llegada de la nada o de vaya una a saber dónde, no era Beethoven ni Mozart, no, era lo que podía, solo estaba jugando como cuando tenía 5 años, pero esta vez a dos manos, ironías a parte.

Era la música, era la música, esos segundo valieron todos los esfuerzos y no hubo vacío en ese fugaz y escurridídismo momento... En noches como esta, extraño mucho... Mucho... Mucho, a mi piano, nunca sé dónde estoy, pero a veces sé muy bien dónde no estoy.




Jódanse, me banearon del Nacional y ahora levanto post inexplicables acá.

que bueno que estés por acá....

paleki escribió:

que bueno que estés por acá....

+1

Nacional tiene muchas cosas incoherentes...

igual que palanka

...y es por toda esa mierda que pasa en el nacional la causa del por qué no posteo nada ahí. Prefiero ser mil veces un Gabriel who? que un Jaques Micolon cualquiera.


Por cierto, hermoso lo que escribis. Como siempre. Una sinfonía de letras para mi celu